Vivo solo y en este momento siento miedo, terror de volver a mi departamento, las circunstancias por las que estoy solo son simplemente porque mi forma de pensar no es compatible con la de mi familia, que a pesar de nuestro mutuo cariño, decidimos pintar nuestra raya y cada quien vivir su vida como mejor nos parezca. Mi familia es muy estricta con los horarios y yo soy más libre de alguna manera, como a la hora que me da hambre y me duermo cuando tengo sueño, solo eso diré de mis problemas familiares, ya que hay un problema mucho mayor que me aflige últimamente. Justo en este momento estoy en una cafetería cercana a mi casa y siento que esa cosa me observa y saltará sobre mí en cualquier momento.
Hace un rato cuando me preparaba mi bebida caliente escuché un chillido muy cerca del baño así que salí corriendo a verificar que no fuera una rata del retrete o de la coladera ya que la rejilla está un poco floja y no he tenido tiempo de arreglarla, la verdad prefiero estar en cama que darle mantenimiento a mi casa, además nadie me visita, le pongo una piedra a la reja para que no salgan roedores de ahí ya que en mi vecindario abundan estos animales porque cerca hay una fábrica de embutidos y ya se imaginará el lector como es que debe estar ese lugar sobre todo de noche.
Me enteré hace una semana por mi vecina de enfrente, que abandonaron a un bebé cerca de la fábrica, dicen los vecinos que escucharon el llanto del inocente y salieron a verificar pero era demasiado tarde, además tanta rata hambrienta y tantos ratones que tienen que alimentar, nadie se atrevió a acercarse más, pues las ratas más grandes se levantaban en dos patas y saltaban hacia quien quisiera asustarlas para salvar al bebé y una mordida de esos animales te lleva directo a la tumba.
Llamaron a la policía y a los exterminadores pero antes de que llegaran, las ratas ya se habían escondido en todos los tubos de la fábrica y del bebé, no quisiera describir la escena, solo quiero que sepan que no sobrevivió. Al exterminador solo le quedó echar veneno sobre un tubo grueso, por donde salen las ratas de su escondite entre los muros de la fábrica.
Pero no era eso lo que quería contarles exactamente después del chillido de rata que escuché me asomé al baño y no había nada, puse la piedra sobre la rejilla por si las ratas y además coloqué otra piedra sobre la tapa del baño, a pesar de lo que dicen que no cabe una rata en ese espacio tan pequeño yo no me lo creo y más vale prevenir.
Volví a acostarme y me quedé dormido, cuando desperté la pantalla se había apagado y ya había anochecido, mi recamara estaba completamente a oscuras, así que me estiré para apretar el interruptor y encender la luz, al momento que hice eso vi algo que se movió muy rápido hacia el closet, algo negro y peludo, ¡Por supuesto que es una rata! Pensé.
Me levanté rápido busqué una varilla con punta que hice especialmente para deshacerme de estos apestosos animales, ya en la semana había matado 5 ratoncitos y supongo que esta era la madre, me acerqué con cuidado al closet y encendí la luz interna y me quedé paralizado, hasta las fuerzas y el coraje se me fueron, pues lo que sentí fue miedo, estaba la rata erguida y me llegaba casi a la cintura, yo mido un metro noventa, imaginen el tamaño de esa criatura, entonces abrió su hocico y en una rara mueca pronunció dos palabras –te mataré-, imaginen un hocico como de treinta centímetros de largo y lo peor que ese animal tenía voz, y todavía lo mucho peor que me quiere matar, lo único que hice fue retroceder lentamente y cerrar la puerta del closet lo más rápido que pude, pero esa cosa estaba rascando la madera y sé que en cualquier momento hará un hoyo para salir de ahí, cerré la puerta de la recamara, tomé una cobija y salí corriendo, pero olvidé mi celular; ahora estoy en esta cafetería y pedí un teléfono, llamaré a la policía y al exterminador para que venga a matar a ese ser que no tiene nombre.
Abrí la puerta del departamento y las luces estaban todas encendidas pensé que estarían ya terminando la masacre pues había un poco de sangre en la sala así que con toda confianza me acerqué a la recamara y no pude creer lo que estaba mirando, ahí estaban los cuerpos del oficial de policía y del exterminador, con una cara de terror y de sus cuellos aun brotaba sangre, se me heló la sangre pues la rata estaría cerca acechándome, tomé nuevamente la varilla y salí corriendo de ahí.
Al llegar a la cafetería el dueño me miró extrañado y me dijo – ¿que no era una simple rata?- obviamente no lo es, le dije, la rata me habló y no es color gris es color negro muy negro; ante su cara de asombro y burla le pedí nuevamente su teléfono para llamar a la policía pues el oficial estaba muerto, ¡La rata lo había matado! ¡Los mató a los dos! A los cinco minutos llegaron más patrullas y refuerzos, sacaron los cuerpos y me llevaron a declarar, les dije que era una rata de aproximadamente un metro diez de altura y que me habló ¡que la rata me habló! Después de esto ya no me permitieron volver a mi casa pues se estarían tomando muestras del pelo negro que apareció dentro del closet y en la cama, en vez de eso me mandaron a un hospital psiquiátrico que porque según no me podían dejar en otro lugar.
De cualquier manera me siento más seguro aquí, pedí a los doctores que no dejaran de darme hojas y un lápiz para escribir, ya no pienso volver a mi casa, aunque a veces quisiera porque en las noches cuando apagan las luces miro unos ojos brillantes que me miran desde la única ventana que hay en la puerta y escucho un susurro que dice –te mataré-.