Una mañana de octubre del año 1990 me levanté como cualquier
día con una noticia muy triste, había fallecido el hombre más querido del
pueblo, no era un sacerdote ni mucho menos un personaje adinerado, fue el
hombre más humilde del lugar, siempre saludaba y daba un buen consejo cuando te
lo encontrabas en el camino, y a veces las pocas contaba alguna historia de
terror, una semana antes me lo encontré iba caminando y lo alcancé para
ayudarle con sus bolsas que llevaba, él aceptó la ayuda y a cambio me dijo te
contaré una historia que pocos en el pueblo saben: “ Cuando falleció mi madre
era de madrugada y teníamos tres perros, entonces esa noche uno de ellos estaba
aullando muy feo, se escuchaba un lamento como si una persona llorara, y es
porque la persona que acaba de fallecer está triste, el único que lo escucha es el perro y lo imita
para que todos escuchen, así que cuando escuches aullar a un perro es porque el
muerto está llorando.”
Recordando esa historia del viejo fui al sepelio del señor y
todos los perros del pueblito estaban aullando de una manera tan desgarradora
que una señora me dijo “¿No oyes como llora el muerto? Le contesté que sí, pues
yo ya sabía la historia que el viejo más querido del pueblo me había contado
unas semanas atrás.
Ahora cada vez que escucho un perro aullar de esta manera tan
singular hago sonar una campanilla y enciendo una veladora para que el muerto
pueda seguir y no esté tan triste.
By Citlalmina Atl
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ResponderEliminarEs sierto o coinsidencia si muere alguien cuando escucha uno ese quejido
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