Rosita era la hija de un poderoso hacendado, su madre había muerto en el parto excepto por eso era como todas las niñas de su edad y quería tener lo que estaba de moda en un viaje de su padre le compró un oso de peluche que le vendió un extranjero, el juguete era más bien soso, de color mostaza pero tenía una peculiaridad: sus ojos eran de espejo negro, si mirabas el oso se veía tu reflejo en él, esto le pareció al padre muy divertido así su hija podría tener algo diferente a las demás niñas de su edad.
Cuando el padre regresó llevaba el obsequio en una caja de madera y se la entregó a su querida hija, quien lo recibió muy feliz pues ella también pensaba que sería interesante tener algo fuera de lo común así que tomó al oso y lo llevó a su recamara pensando cómo reaccionarían sus amigas al mirar que ella tenía algo que ellas no.
A la mañana siguiente Rosita se levantó entusiasmada por mostrar el juguete a sus amigas, se acercó al oso para mirarse en sus ojos pero también miró algo que le heló la sangre, atrás de ella se reflejaba una mujer sin ojos que se arreglaba el cabello muy largo que llegaba hasta el piso, la niña gritó tanto que su padre llegó enseguida, pero la niña no le dijo lo que había visto, pensó que había sido su imaginación así que guardó el secreto ya que le interesaba más que sus amigas la envidiaran por tener ese oso tan peculiar.
Cuando sus amigas miraron el raro juguete sintieron tanta envidia que exigieron a sus padres uno idéntico cosa que no podía ser ya que por lo que el comerciante dijo al padre de Rosita ese era único en el mundo, lo había traído desde el Norte de África. Sus amigas le pidieron a Rosita que las dejaran tenerlo al menos una noche a cambio de su mejor juguete, Rosita accedió y dejó que se turnaran por noche para quedarse con él, les gustaba mirarse en los ojos del oso decían que las hacía ver más bonitas y no podían dejar de mirarse hasta dejaban de dormir con tal de mirarse toda la noche en los ojos del oso.
Pasaron cuatro noches y el oso regresaría con Rosita a la mañana siguiente pero como era domingo no había escuela, la niña en turno sabía que podría tenerlo un día más así que pasó toda la mañana jugando con él, pero al mediodía Rosita se presentó en la casa de su amiga y pidió que le entregara su juguete pero discutieron jalaron tanto el oso que este cayó y uno de sus ojos quedó hecho añicos.
Rosita entró en cólera y le ordeno a su amiga que levantara cada vidrio con sus propias manos al hacer esto la niña se cortó un dedo y su sangre manchó los vidrios, la niña corrió donde sus padres y estos le prometieron a Rosita que le repararían el ojo del juguete o le conseguirían uno idéntico.
Esa noche Rosita no pudo dormir, estaba tan enojada que podía ni quedarse sentada un momento, ya casi eran las tres de la madrugada y escuchó un ruido en la recamara de su padre pero cuando abrió la puerta no creía lo que estaba mirando en el reflejo del espejo, era la misma mujer que había visto en los ojos del oso, ésta cantaba, sentada en el tocador frente al espejo se arreglaba su larga cabellera Rosita giró la cabeza para ver a su padre que dormía pero cuando regresó la mirada la mujer estaba cerca de ella, era la cosa más espantosa que Rosita había visto en su vida, una cara descarnada, sin ojos y de su boca brotaban gusanos cuando el espectro intentaba decirle algo.
Rosita corrió a su recamara, cerró con llave y tomó a su oso en brazos y mirándose en el único ojo que le quedaba no se dio cuenta cuando al oso le comenzó a crecer cabello por todos lados, cada vez más largo, mientras esto sucedía Rosita miraba en los ojos del muñeco la historia de aquella mujer: Fue una mujer muy bella pero demasiado vanidosa que se la pasaba mirándose al espejo y no hacía nada más que eso, su padre enojado por su excesiva vanidad la mató y rellenó el oso con sus cabellos e hizo los ojos con el vidrio del espejo donde ella se miraba haciendo un ritual en el cual su espíritu estaría atrapado dentro hasta que alguien rompiera los ojos y sangre cayera sobre los trozos del vidrio de esta manera cuando su amiga se cortó el dedo al querer recoger los trozos de vidrio, el fantasma fue liberado de su sufrimiento y ahora permanece inmóvil en la recamara de Rosita que a veces cuando se despierta a media noche mira al fantasma de esta mujer sonriendole a través del espejo.
Rosita corrió a su recamara, cerró con llave y tomó a su oso en brazos y mirándose en el único ojo que le quedaba no se dio cuenta cuando al oso le comenzó a crecer cabello por todos lados, cada vez más largo, mientras esto sucedía Rosita miraba en los ojos del muñeco la historia de aquella mujer: Fue una mujer muy bella pero demasiado vanidosa que se la pasaba mirándose al espejo y no hacía nada más que eso, su padre enojado por su excesiva vanidad la mató y rellenó el oso con sus cabellos e hizo los ojos con el vidrio del espejo donde ella se miraba haciendo un ritual en el cual su espíritu estaría atrapado dentro hasta que alguien rompiera los ojos y sangre cayera sobre los trozos del vidrio de esta manera cuando su amiga se cortó el dedo al querer recoger los trozos de vidrio, el fantasma fue liberado de su sufrimiento y ahora permanece inmóvil en la recamara de Rosita que a veces cuando se despierta a media noche mira al fantasma de esta mujer sonriendole a través del espejo.